Me he perdonado que con frecuencia haya bajado la cabeza ante las personas que son como leones, feroces, inconscientes en ira y agresión. Me he perdonado que me haya prosternado ante los santos y los ídolos de los tiempos pasados, presentes y futuros, los que se los dicen en todos los lugares y dimensiones de la realidad.
A partir de ahora siempre y con ganas inclino mi cuerpo ante el único Dios y a Él le confío mi mente más sincera y todos los talentos.
Entiendo y acepto que en las olas del poder de mis oraciones dirigidas hacia el mismo Dios, las oraciones por la suprema finura de actuar y por la pureza de intenciones, las respuestas del Dios surgen en mi mente y en mi vida a través de la corriente de mercedes y consentimiento para experimentarlas.
Yo y mi alma y todas sus encarnaciones, en formas tan numerosas como los átomos en el espacio, tales como Dios las trajo a la vida, nos inclinamos ante Dios en agradecimiento.
Traducido por Katarzyna Majda
Opublikowano: 23/05/2017
Autor: s_majda
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